GAY, BI, HETERO... ¡SORPRESA!

Por Enzo Robles
Contacto: enzo@lofttampico.com

Se dice que el 10% de la población mundial es gay, lo que supondría que 1 de cada 10 personas que vemos en la calle lo es, así que imaginarse un buen día sin ese momento que te la pasas en compañía de un buen amigo a cotillear y relajarse en el área común de tu facultad mientras esperas tu próxima clase es imperdible. Max un gaydar (radar para encontrar otros gay) ambulante y conocedor de la orientación y la vida sexual de prácticamente toda la universidad, ofrece un panorama certero de los gay, bi y similares que existen en nuestro alrededor; cuando de pronto gracias a nuestro simple e indescifrable código para señalar a nuestra próxima víctima, dígase algún incauto transeúnte señala de repente a Rodolfo.

Rodolfo, un compañero itinerante de varias clases desde ya hacía dos años, era el típico chico serio, con espalda ancha y rodeado siempre de amigas, pero que nunca me hubiese atrevido a enlistar como gay en mi cabeza, tal vez porque poco me llamaba la atención, por lo menos hasta ese momento. Más tarde al término de mis clases y camino a casa me puse a pensar, cuántos de nosotros nos pasamos la vida tratando de parecer normales con la intención de ocultar algo, ya sea nuestra orientación sexual, algún trauma de la niñez o simplemente el gordito que nos atormenta debajo de esas playeras que usamos y que automáticamente alisamos cuando nos sentamos; no obstante comúnmente nos quejamos que la gente que nos rodea pareciera no ver en nosotros lo que realmente somos, ¿no es contradictorio? Estamos concientes de lo que el mundo ve en nosotros o ¿necesitamos una salida del clóset de la auto-aceptación?

Días después y probablemente resuelto en tratar de afinar mi descontinuado gaydar comencé a darme cuenta que mientras observaba a Rodolfo ya no me parecía tan imperceptible, si no que me comenzaba a gustar, después de todo las espaldas anchas eran una de mis debilidades, a lo que recurrí a una compañera y amiga satélite Lola, para intentar algún acercamiento con mi nuevo objetivo, ya que la única interacción real que había sostenido con él, fue un comentario abierto con varios compañeros sobre la pésima calidad del servicio de nuestra compañía de celulares. Comencé a integrarme a ese grupo de amigos y a aceptar sus invitaciones para después de clases incluso entre semana, genuinamente comencé a hacerme amigos de todos, el único con que el tuve dificultades fue con el serio de Rodolfo.

Pero fue en una plática de chicas de mi nuevo grupo de amigos incluyendo a mi amiga Lola que hice un descubrimiento inesperado, parecía que ya habían todas preparado el momento para pedir mi opinión, la cual por lo menos a mi me lleno de más dudas de las que se suponía que tenia; ¿crees que Rodolfo sea gay? Pregunto una de ellas ─Claro, por si necesitara más incógnitas que resolver en mi vida gracias─ pensé, a lo que respondí que no sabía; la razón por la que respondí ello fue porque a esas alturas yo ya lo había comenzado a dudar, además que ¿por qué habría yo de ser detonante de un posible conflicto o chisme sobre la identidad sexual de alguien?, al final de cuentas no era una respuesta que por más fiable que fuera mi información pudiera revelar; pero pensé, qué injusto es no saber que piensa o dice la gente que te rodea de ti, ojala tuviéramos la libertad de preguntar directamente lo que queremos saber y nosotros poderlo responder sin problema alguno, ya que en ocasiones eso da pie a personas no gratas y que se aprovechan de esos vacíos para hacer daño.

Al final de cuentas, todos tenemos el derecho de controlar, mostrar y decirle al mundo que tipo de persona somos y como pensamos, puede que nos sintamos a gusto con ello o que tengamos que actuar como otra cosa para crear un distractor, para nosotros o para los demás, pero creo que lo más sano que puedo resolver de todo esto es que siempre debemos de actuar congruentemente con quien realmente somos y con lo que queremos proyectar, y no hablo solo de nuestra orientación sexual, porque de lo contrario podemos perder ese control de que es lo que al final termina por rodearnos.